Prensa MPP- Despacho (Ricardo Antequera / 02.04.22).- El 2 de abril de 1819 el general José Antonio Páez realizó una proeza al grito de vuelvan caras, al cargar al frente de 150 jinetes republicanos, contra el ejército realista en Las Queseras del Medio.

Posterior al desastre del combate de La Gamarra librado el 27 de marzo, el Libertador suspendió la ofensiva contra el enemigo, avanzando con el ejército hasta establecer el campamento en los Potreritos Marrereños, en los llanos de Apure, en la margen derecha del río Arauca. Simultáneamente al movimiento del Ejército Libertador, marchaba desde Achaguas el general Pablo Morillo comandante del ejército realista, buscando el encuentro contra Bolívar, por lo que decidió establecer su campamento justo el frente de los republicanos, separados solamente por el río.

En esa jornada el ejército realista estaba en mejor estado de armas, la infantería española era superior a la republicana. Bajo el mando de Morillo estaba una de las mejores infanterías de Europa. Recordemos que en el año 1815 llegó a Venezuela la expedición pacificadora, con las tropas que habían derrotado a la Grande Armeé en España, y el mismo Pablo Morillo había sido ayudante de campo del general Arthur Wellesley, el Duque de Wellington que derrotó a Napoleón. Para ese momento el arma superior que había en el Ejército Republicano era la caballería, y Bolívar sabía la fuerza de choque y ventaja táctica de la caballería en campo abierto, y no dudó en emplearla.

El relato del centauro de Los Llanos

En su autobiografía el general Páez nos narra la hazaña de la carga de su escuadrón de caballería sobre el ejército realista. Señala que le dice a Bolívar: "(...) que si él me permitía pasar el río con un corto número de los míos, yo con mi táctica habitual atraería a los realistas hasta frente al lugar en donde estábamos, y si él emboscaba en las orillas del río las compañías de granaderos y cazadores con toda su artillería, podríamos dar un buen golpe a los españoles; pues, cuando les tuviéramos en el punto citado, yo cargaría de frente al mismo tiempo que las fuerzas emboscadas atacasen de flanco".

"Accedió Bolívar a mis deseos, e inmediatamente con ciento cincuenta hombres crucé el río, y a galope nos dirigimos al campamento de Morillo. Movióse este para poner en práctica su plan, y nosotros le fuimos entreteniendo con frecuentes cargas y retiradas hasta llevarlo frente al punto que habíamos señalado para la emboscada.

Al llegar a él rompió fuego contra los realistas una compañía de cazadores que estaba allí apostada, pero no toda la fuerza que yo suponía emboscada, según había convenido con Bolívar antes de separarnos. Muy apurada era entonces nuestra situación, pues el enemigo nos había acorralado por ambos costados con su caballería, y nos acosaba con el fuego de sus fusiles y cañones, cuando afortunadamente el valeroso comandante realista Don Narciso López me brindó la oportunidad de pasar con alguna ventaja a la ofensiva. Fue el caso que López se adelantó a la infantería con el escuadrón de carabineros que mandaba: en el acto dispuse que el comandante Rondón, uno de aquellos jefes en quienes el valor era costumbre, con veinte hombres lo cargase a lanza viva y se retirase sin pérdida de tiempo antes que lo cercasen los dos trozos de la caballería enemiga, que yo deseaba formasen una sola masa para entonces revolver nosotros y atacarlos de firme.

Cargó Rondón con la rapidez del rayo, y López imprudentemente echó pié a tierra con sus carabineros: Rondón le mató alguna gente y pudo efectuar su retirada sin que lograsen cercarlo. Al ver que las dos secciones de caballería no formaban más que una sola masa, para cuyo objeto había ordenado el movimiento a Rondón, mandé a mi gente volver riendas y acometer con el brío y coraje con que sabían hacerlo en los momentos más desesperados. Entonces, la lanza, arma de los héroes de la antigüedad, en manos de mis ciento cincuenta hombres, hizo no menos estragos de los que produjera en aquellos tiempos que cantó Homero".

Consideraciones tácticas de la batalla

La táctica de caballería que empleó el general Páez en su maniobra en la Batalla de las Queseras del Medio, fue un movimiento o acción retrógrada, que consistió en esa oportunidad, en simular una retirada, con el fin de desenganchar al enemigo de su posición inicial, y desarticularlo con el movimiento retrógrado que en aquella jornada se conoció con el grito de "Vuelvan caras", para desarticular al enemigo con un contra ataque sorpresa o inesperado. La caballería apureña cargó con rapidez y tenacidad contra los carabineros españoles; tengamos en cuenta que la carabina es un arma de fuego más corta que el fusil, y tiene poder de fuego superior sobre cualquier arma blanca, el fuego direccionado en masa provoca una descarga que destroza cualquier formación que sea el objetivo.

Por otra parte, la lanza de la caballería es un arma blanca que solo es efectiva al contacto sobre el objetivo, y para lograr el toque del enemigo el lancero debe cabalgar sobre fuego contrario. Por eso afirman que la carga de los llaneros en las Queseras del Medio fue una proeza, que requirió de una virtud que el mismo Páez señaló como característica de los llaneros: ?el valor era costumbre?.

Proclama del Libertador

Bolívar al presenciar el desenvolvimiento de las acciones, el arrojo, el valor y la determinación de la caballería del Ejército de Apure, condecoró a los 150 jinetes todos en el mismo campo de la gloria, con la Orden de los Libertadores de Venezuela. En su proclama emitida en el Cuartel General en los Potreritos Marrereños el 3 de abril de 1819, les dijo: "Soldados! lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Preparaos al combate, y contad con la victoria que lleváis en las puntas de vuestras lanzas y de vuestras bayonetas".